jueves, 22 de mayo de 2014

Berlín.....

Hace meses que no escribo en el blog y, hoy precisamente, he decidido retomarlo y continuar escribiendo y lo haré contando mi viaje a Berlín, regalo sorpresa que recibí por mi 34 cumpleaños. 

La verdad es que la capital alemana siempre había sido uno de mis sitios turísticos de interés por su historia y su interés cultural. Sin lugar a dudas, me sorprendió gratamente y desde aquí quiero agradecerte (sólo tú sabes por qué) haber elegido este destino como nuestro primer destino juntos. Berlín es una ciudad asolada y derruida por la Segunda Guerra Mundial y, dividida por su gran Muro. Me ha resultado una ciudad de un gran esplendor cultural, histórico y artístico. 

Tras nuestra llegada al aeropuerto en la noche, nos dirigimos a tomar el tren en dirección a Friedrichstrasse, donde nos alojamos en el Hotel NH Belin Friedrichstrasse (hotel muy recomendable) y del que no conseguí memorizar, todavía a día de hoy, su nombre. 

Mi regalo incluía la Berlín Pass así como la Travel Pass of Public Transport, lo cual agilizó bastante nuestras visitas a los museos, atracciones así como accesos a los tranvías, metros y autobuses, tanto turísticos como de línea. Eso hizo que apenas hiciéramos colas en los principales accesos turísticos ya que visitamos la ciudad prácticamente andando y de la Public Transport apenas hicimos uso. 

En nuestra primera noche, hicimos homenaje a la comida rápida y decidimos descansar. Nos levantamos muy ilusionados por encontrarnos con una ciudad de arquitectura moderna contrastada por sus monumentos y edificios, que esconden su más oscuro pasado, creando así un ambiente mágico mezclado modernidad y clasicismo y como no, romanticismo. 

Después de tomar un típico desayuno compuesto por unos bollitos de mermelada de arándanos y mantequilla, comenzamos nuestro paseo desde Friedrichstrasse hasta la Plaza de París, donde se encuentra situada la Puerta de Brandenburgo. El paseo romántico hacia la misma, no tiene desperdicio. La puerta, y aquí tiro un poco de biblioteca, data de 1791 y es uno de los grandes símbolos de la ciudad y del propio país y es una de las 18 puertas que antiguamente daban acceso a la ciudad y que está caracterizada porque en su parte superior hay una Cuadriga, que representa a la diosa de la Victoria montada en un carro tirado por cuatro caballos en dirección a la ciudad. Dicho monumento se convirtió en el capricho alemán de Napoleón Bonaparte, quien decidió que debía llevarla a París para mostrársela a sus ciudadanos pero, el general Ernst Von Pfuel, quien se ocupaba de defender la ciudad contra los franceses, impidió que se quedara en París y que volviera a lucir en Berlín. De este hecho, se creó una cruz de hierro que portó durante mucho tiempo. Durante la Segunda Guerra Mundial, el monumento sufrió los bombardeos que se sucedieron en la ciudad pero las autoridades de la dividida Berlín decidieron restaurarla. Junto a la puerta se encuentra situadas varias embajadas así como sedes de grandes Bancos. Tras las fotos oportunas en la Puerta, que podéis ver aquí; seguimos andando hasta llegar al Monumento al Holocausto, monumento que realmente me impactó y que es de obligada visita a la Ciudad ya que en él puedes revivir las sensaciones que los judíos en época Nazi. 

Al llegar, lo primero que encuentras son unos pasadizos en forma de laberinto de hormigón de diversas alturas. Según la intención de su construcción dicho laberinto, que parece que no tiene salida, hace que los visitantes posean una sensación de vértigo, de temor, de no saber hacia dónde se dirigen. Tras el recorrido del mismo, llegas al acceso al museo. El recorrido del museo dura más de dos horas, por lo que decidimos volver al día siguiente y regresar de nuevo a la plaza de París pero atravesando un parque situado en frente del Monumento al Holocausto. Dentro del parque hay un homenaje al colectivo Gay y un video representativo de dichos colectivos. 

En cuanto al Museo Judío, es recomendable coger el sistema de audio-guía, ya que es muy barato y merece la pena. Una vez dentro del museo, recorrimos las múltiples salas donde se pueden ver y escuchar relatos reales de judíos que vivieron esta etapa. Es impresionante, realmente no hay palabras que puedan definir este museo. 

Creo que todo el mundo debería visitarlo porque te hace comprender muchísimo mejor lo que sucedió y, es muy curioso observar la cara de desasosiego y tristeza que tenemos tras escuchar los relatos dramáticos relatos. A día de hoy, siento verdadera nostalgia al recordar alguno de estos relatos, sobre todo aquellos donde son los niños protagonistas de los mismos. 

Otro de nuestros días en Berlín, decidimos dedicarlo en exclusiva a recorrer la famosa Isla de los Museos, pero antes, hicimos una parada obligada en la Catedral de Berlín, a la que accedimos sin espera y sin previo pago con nuestra tarjeta Pass y donde vimos la cripta, el Museo en el cual se ven fotografías del proceso de construcción de la misma, y la Cúpula desde donde se observa la ciudad y donde nos quedamos impresionados por su fantástica vista. Desde la misma, podréis apreciar las lonas que simulan las fachadas de los edificios que se encuentran derruidos tras la Segunda Guerra Mundial, algo que nos llamó la atención muchísimo porque pasan realmente desapercibidas a no ser que seas consciente de que hay miles por la ciudad que ocultan los espacios vacíos a causa de la cruel masacre. 

Al salir de la Catedral, fuimos andando a la vez que degustábamos un Crep riquísimo de Nutella hasta llegar a la conocida Isla de los Museos; patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco. Es un lugar que engloba uno de los complejos culturales y artísticos más importantes de Europa por los cinco museos que se encuentran en ella, a cual más espectacular e interesante por su riqueza: Museo Antiguo (Altes Museum), el primero de todos; el Museo Nuevo, con colecciones egipcias, con el famoso busto de Nefertiti, y prehistóricas, la Galería Nacional Antigua, el Museo Bode, con las colecciones de escultura y arte bizantino, y finalmente el Museo de Pérgamo, con una sección dedicada al arte islámico, otra a Babilonia, y la de Pérgamo, que alberga la reconstrucción, con los elementos originales, del altar de Pérgamo, la puerta del mercado de Mileto y la Puerta de Ishtar de Babilonia. Es increíble este museo y realmente, no te haces a la idea de la representación que vas a ver hasta que no estás dentro. Es de los mejores museos que he visto y que creo que veré. Este día sacamos el mejor provecho de la tarjeta Pass por lo que la recomiendo 100%. 

La verdad, es que es impresionante todo lo que podemos apreciar en estos museos, pero mi interés por el Arte Egipcio hizo que sintiera una gran fascinación por observar el busto de Nefertiti, del cual quede fascinada. Por la noche, y tras un agotador día visitando museos, paseamos por las calles de Berlín hasta llegar al Checkpoint Charlie, el cual yo definiría como punto de atracción turística ya que representa la frontera para cruzar de un lado al otro de Berlín en la época del muro. En el suelo quedan restos de por dónde iba el muro. En este punto, encontramos una garita de control y dos grandes retratos de soldados, un americano que mira hacia el Este y un ruso mira hacia el Oeste. A parte de eso no hay mucho más, yo sinceramente me quedé un poco flaseada. En frente de él, hay un museo al cual no accedimos. Continuamos caminando ya que en la guía nos indicaba que cerca del Checkpoint Charlie estaba el lugar en donde estuvo situado el Bunker construido por Adolf Hitler durante la época Nazi. Cuando íbamos a desestimar continuar con la búsqueda, porque la oscuridad de la noche, la desorientación, y mi dolor de pies, nos dificultó encontrarlo, por fin llegamos al famoso lugar en donde se construyó el Bunker. En el punto exacto se exhiben los planos y maquetas del mismo y, hoy encontramos un sencillo jardín pegado a un estacionamiento supongo que intentando olvidar lo sucedido….. 

Volvimos al hotel pero antes paramos a cenar en un italiano que había muy cerca del NH donde estábamos alojados. Seguía teniendo la sensación que ir a Berlín era ir a visitar el Muro, conocer la historia sufrida por los judíos en la segunda Guerra Mundial, apreciar en sus pinturas lo vivido por no decir la represión sufrida por sus ciudadanos y, como todavía no lo habíamos visto, al día siguiente lo primero que hicimos tras desayunar fue coger el tren y dirigirnos al punto donde todavía se conserva el tramo más extenso, situado en el East Side Gallery, de unos 1300 m y que discurre paralelo al río Spree entre Ostbahnhof y el Oberbaumbrücke. 

Mi impresión al ver el trozo de muro que queda, fue un poco decepcionante, porque en él se aprecian espacios muy coloridos, donde efectivamente vi imágenes que había visto y observado en numerosos libros de historia y que aquí os dejo. El último día, recorrimos la ciudad así como el barrio judío buscando su Sinagoga y el Monumento a los niños judíos, monumento que me encantó la verdad. Nos costó un poco localizarlo porque se encuentra en medio del barrio y no hay carteles por ningún lado que te indiquen exactamente su ubicación, de todos modos, se agradece, porque así tuvimos la oportunidad de pasear por las calles de este lugar, que poseen un encanto impresionante y apreciar edificios que todavía tienen restos de sus bombardeos. El monumento se encuentra situado junto a un pequeño parque y está formado por numerosas figuras de personas que intentan mostrar el sufrimiento de los judíos durante las persecuciones. 

Debo mencionar que es aconsejable solicitar acceso con antelación al Reischtag o el parlamento alemán, tienes que presentarte en la entrada del lado de la plaza de la república. Suele haber una cola enorme, donde te dan cita y hora para visitarlo. Nosotros lo intentamos y tras más de una hora en la cola, decidimos abandonar nuestra intención por lo que aconsejamos que se solicite su acceso antes de ir a Berlín. 

Seguramente, me haya dejado mucho que contar porque ha pasado tiempo y porque ha sido uno de los mejores viajes que he realizado y de los que más me he disfrutado. Gracias!!!