domingo, 7 de febrero de 2010

Yo no soy una Buena Madre

Yo no soy una buena madre. Y probablemente usted, que me lee, tampoco.

Si usted ha decidido quedarse en casa y consagrase al cuidado de sus hijos es usted una madre hiperprotectora, amén de un parásito, un ser que vive a expensas de otro y a espaldas de las verdaderas preocupaciones y dificultades de la vida.

Si usted trabaja fuera de casa entonces desatiende usted a sus hijos, y nadie valorará el hecho de que tenga usted que hacer verdaderos malabarismos para conciliar la vida familiar y la laboral.

Lo peor de todo es que unas madres y otras van acusándose mutuamente: la que se queda en casa arremete contra la que trabaja, y viceversa, como si no fuera suficiente con recibir los ataques de los pediatras, los psicólogos, los especialistas en sueño, los periodistas, las madres, las suegras y las cuñadas.

Nosotras, las madres de hoy, aseguran ciertos psicoanalistas, somos la fuente de todos los problemas de nuestros hijos, porque tenemos demasiada fuerza y le hemos robado la autoridad a los padres.

Si su hijo es hiperactivo, si tiene rabietas, si insulta a otros niños en el colegio, la culpa será siempre de usted, porque o bien le consiente demasiado o bien no le atiende lo suficiente.

¿Y dónde están esos padres a los que les hemos robado la autoridad? ¿Cuánto han luchado para defenderla?

Nadie culpará al padre, nadie cuestionará nunca que el padre trabaje fuera de casa o viaje. Pero ¡ay de usted si lo hace! No solo tendrá que enfrentarse al goteo constante de comentarios más o menos directos o indirectos por parte de su madre, de su suegra, de las madres de los compañeros de cole de su retoño, sino, sobre todo, tendrá usted que lidiar con su propio sentimiento de culpa, que no la dejará vivir.

Yo no soy una buena madre. Trabajo fuera de casa y además viajo. Dejo a mi hija con canguros. Tengo novios y vida social. No le he proporcionado a mi hija ese entorno familiar estable que entronizan los manuales de pediatría y las revistas de papel couché.

No soy una buena madre pero pago las facturas de mi hija (el colegio, la comida, los canguros, la ropa, los juguetes, el pediatra y, muy a mi pesar, las Barbies), apenas duermo para poder llevarla al colegio todos los días, dedico la mayor parte de mi tiempo libre a su cuidado y todo mi espacio mental a pensar en ella.

No soy una buena madre, como no lo somos ninguna. Es lo más parecido a lo que vivíamos en la primera adolescencia. La que intimaba con los chicos era una p**a, la que se resistía era una estrecha: no había término medio.

El caso es que nunca llueve a gusto de todos y una mujer nunca hace las cosas bien.

A la madre nunca se le valora lo que hace y para colmo no tiene derecho a quejarse, so pena que se le diga que... es una mala madre.

Nuestra sociedad es perfeccionista y quiere individuos perfectos. Superhombres que se afeiten con acabado impecable, que conduzcan coches que apenas hagan ruido, que vayan al gimnasio tres veces por semana.

Supermadres de brillante sonrisa y silueta juncal, triunfadoras en todos los ámbitos, adoradas por sus maridos y respetadas por sus jefes, criadoras de niños sanos y emocionalmente estables.

Nuestra sociedad ha convertido el goce en un modelo, y el goce inmediato en el valor supremo.

Y un niño no es goce ni inmediatez. Un hijo implica renuncia y perspectiva. Y sobre todo, implica aceptar que la perfección no existe.

Usted, que me lee ¿está con los nervios de punta porque no le da tiempo a hacer todo lo que debería?, ¿tiene diez kilos de más?, ¿no tiene tiempo para ir al gimnasio y, si lo tuviera, lo emplearía en dormir?, ¿desearía que a veces fuera él el que se ocupara de la compra, de la colada, de los biberones y de la visita al pediatra?, ¿a veces se enfada, a veces está harta, a veces llora y a veces, muchas veces, no está en condiciones de dar lo mejor de sí misma? Estupendo. Bienvenida al Club de las Malas Madres.

Recuerde: no somos las mejores pero somos la mayoría.

Lucia Etxebarria

Cuando leí este libro, me sentí totalmente identificada con la experiencia que Lucía Etxebarria mostraba en el mismo. Ahora que he retomado mi actividad profesional, vuelve a recaer en mí ese sentimiento de "mala madre" que esperemos que algún día mi hija me sepa reconocer y agradecer.
Si algo he aprendido en esta nueva experiencia como mujer, es que es más importante la calidad del tiempo que dedicamos con nuestros hijos que la cantidad que invertimos.

Papá y Mamá, hoy te quiero decir.................

No me des todo lo que pida, a veces yo sólo pido para ver cuanto puedo obtener.

No me des siempre órdenes; si a veces me pidieras las cosas lo haría con más gusto.

Cumple tus promesas; si me prometes un premio o un castigo, dámelo.

No me compares con nadie, si me haces lucir peor que los demás seré yo quien sufra.

No me corrijas delante de los demás, enséñame a ser mejor cuando estemos a solas.

No me grites, te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar.

Déjame valerme por mí mismo ó nunca aprenderé.

Cuando estés equivocado admítelo, y crecerá la opinión que tengo de ti.

Haré lo que tú hagas, pero nunca digas y no hagas.

Cuando te cuente mis problemas, no me digas no tengo tiempo; compréndeme y ayúdame.

Quiéreme y dímelo, me gusta oírtelo decir.

Welcome to Planet Earth

Gracias Mónica por enviarme este video realizado por cuatro estudiantes de la Universidad de ESMA Film School in Montpelier, France.

Gracia por transmitirme y hacerme entender que cada niño es diferente y posee diferentes patrones de conducta y comportamiento que los hace únicos frente a lo que la sociedad que quiere establecernos como "modelo a Seguir" unos patrones de conducta determinados.

Espero que lo disfruteis tanto como yo lo he hecho.